El panorama está cambiando, y la moda actual se ha montado en el tren de la transformación y la autenticidad, pronosticando larga vida y recordación a las manos creativas de esta latitud. Así ha sido su evolución.

La moda en Colombia se caracterizó durante siglos por ser conservadora y algo reacia a adaptar nuevas tendencias. Antes de la llegada de internet, y por consiguiente de un planeta globalizado, la “moda” llegaba lenta y débilmente a las familias colombianas a través de revistas traídas de Europa y Estados Unidos, y adaptada empírica y rudimentariamente en ancestrales máquinas de coser caseras. Los diseñadores del siglo pasado procuraban leer e interpretar esas propuestas modernas que se gestaban “al otro lado del charco”, y confeccionar para elegantes mujeres que se querían sentir parisinas al menos por un rato.

La caleña Johanna Ortiz, por ejemplo, según cifras del 2019 provistas por la CEO de la compañía, Catalina Londoño, exporta el 90% de su producción, siendo Estados Unidos el receptor del 66% de las prendas, y Europa el resto. Tiene tres canales de venta: sus tiendas físicas que aportan el 12%, retail a través de grandes superficies de lujo que distribuyen sus colecciones alrededor del mundo generan el 28%, y online es el 60% de las ventas. Estas cifras confirman que el diseño colombiano resulta sumamente atractivo en el exterior. Pero qué es “lo colombiano”. Tal vez, una identidad tropical, femenina y sensual. ¿Un estereotipo?, tal vez, pero desde este modo local es que Colombia se contonea por veraneaderos de lujo vistiendo a élites internacionales.
Y es que el síntoma global que ha repercutido en este crecimiento, y especialmente en la atracción de las miradas al diseño colombiano, es el rescate de técnicas de artesanía tradicional y su aplicación al diseño contemporáneo. Lo que antes hacía parte de las tradiciones y supervivencia de comunidades indígenas y campesinas, hoy complementa las colecciones de diseñadores emergentes. Ferias como la que promueve Corferias a finales de año en Bogotá, Expoartesanías, son hoy incubadoras de talentos que serán más adelante utilizados por marcas modernas. Jóvenes como Manuela Álvarez, Humberto Cubides o Nicolás Rivero, director creativo de A New Cross, trabajan de la mano de artesanos que le ponen un toque único, manual y ancestral a sus creaciones; cualidad valorada especialmente en el exterior.
Esta admiración y fama ha traído a un nuevo colectivo de compradores internacionales, y ha convertido a Colombia en un destino turístico perfecto para hacer compras de moda. Piezas únicas, con legado e historia artesanal, y con una identidad palpable a kilómetros de distancia. Este capítulo de evolución está en apogeo, pero es mucho el camino por descubrir, porque son cientos de comunidades ancestrales que seguirán aportando técnicas e historias, y miles de nuevos talentos que están por emerger para seguir nutriendo lo que hoy podemos llamar “moda a la colombiana”.